Tal vez, del Cuarteto de Alejandría, esta de Clea haya sido la que más me ha satisfecho. A pesar del ambiente bélico que la envuelve sutilmente, casi rozándolo, siempre se atisba un horizonte esperanzador, como si se vislumbrara un final no excesivamente desgarrador, desesperanzado.
En general, de las cuatros obras, me quedo con el lenguaje literario que se desliza con suavidad y delicadeza por sus páginas, como sobre una pista de hielo oleoso, aromático, apenas perceptible pero a la vez hermoso. No se describe pero si se intuye. En general una lectura muy recomendable.