sábado, 30 de enero de 2021

La imagen de un polígono

La imagen de un polígono de Algeciras:
Llena el cielo su vuelo lerdo en apariencia, elegante y grácil en ejecución. Recorta el azul del cielo su planear flemático, blanco y negro, para alcanzar la enormidad de un nido, donde calman sus impacientes apetitos unos polluelos aún desplumados, aunque no se logra oír su incesante piar se adivina, coronando una torreta metálica, nacida para otro fin, aun lejos de alcanzar su belleza, tan siquiera de rozarla, emula el pináculo de un campanario donde nos han habituado las cigüeñas a anidar.
Su vuelo semeja una paradoja sobre la fría fealdad de un polígono que lenta e irremisiblemente avanza para ganarle terreno donde otrora volaba la libertad de sus amplias alas. Se resisten a dejar los parajes sobrevolados por decenas de generaciones, donde con primorosa insistencia han procreado los antepasados legando la distinción de su vuelo etéreo surcando los aires limpios, ventosos, iluminados por un sol aún cálido.
Pronto esas cigüeñas serán un alegre recuerdo, una simple anécdota que alguien podrá referir antes de sucumban a la voracidad de un desarrollo mal entendido y peor interpretado. Pero hoy me he sentido feliz al constatar el vuelo de una treintena de cigüeñas pugnando por no claudicar ante la imparable acometida de infinitas naves comerciales, uniformes, frías, despersonalizadas…

 

viernes, 29 de enero de 2021

L'île mystérieuse de Julio Vernes

Como todas las historias de Julio Verne, esta está repleta de aventuras, de genialidades que cobran un redoblado mérito adecuándolas a la época en la que fueron escritas. Nos narra los avatares de unos náufragos que no se resignan a su condición de serlo y dan un giro espectacular a sus vidas convirtiéndose en auténticos colonos que han de partir de suministrase con aquello que le da la tierra, en suma la naturaleza, volviendo a aquellos tiempos dónde el hombre era meramente un cazador/recolector para ir evolucionando paulatinamente en verdadero criadores, domesticadores y plantadores de las materias primas necesarias para subsistir. La isla, la ingeniosidad de los colonos, sus conocimientos técnicos, les hace la vida mucho más agradable. Pero siempre envuelto en un halo misterioso e inexplicable, que nos nos es desvelado mas que al final, dando un giro más que sorprendente, inesperado y nos trae a la mente hechos de viejas lecturas.
He de agilizar mi lectura en francés, me come la impaciencia durante la lectura, son muchas las palabras que he rebuscar en el diccionario, por desconocida, pero también he de tener en cuenta que el autor emplea mucha nomenclatura científica para insuflar realismo a sus relatos.

 

domingo, 24 de enero de 2021

El confesionario



Se hizo esperar. Pero aquella espera no venía, como tanta otras veces, dictada por un capricho, sino por los años que entorpecían sus movimientos. Avanzaba lenta y torpemente con la ayuda de andador, de esos que parecen que los que lo utilizan han de realizar un denodado esfuerzo para no tropezar con los cientos de obstáculos que inconscientemente les ponemos, coches y motos mal aparcados, aceras sin el adecuado desnivel que suavice y mitigue la abrupta caída del bordillo hasta el asfalto. Su mirada me buscaba con curiosidad, esa que muestran muchos clientes antes de subirse al taxi, tal vez para atemperar esa leve inquietud que siempre produce un viaje por muy corto que sea el trayecto. Me sonrío con complicidad como dando el visto bueno, admitiendo mi confianza, tal vez por resignación, pero no mostró recelo alguno.
Elegantemente vestida, perfectamente peinado su cabello plateado, denotaba un intrínseco gesto coqueto a pesar de la edad. En su rostro sereno lucían vestigios de una remota belleza. Ochenta y seis años me dijo más tarde que tenía.
- Hola, soy María Dolores – dijo una vez acoplada en el asiento del copiloto, con una voz tan firme que me sorprendió - ¿Y usted como se llama?
- Me llamo Rafael.
Esta vez no mentí. Suelo hacerlo con frecuencia e inventarme un supuesto nombre celoso de mi intimidad, como si la verdad fuese a quebrantarla.
- ¡Oh! Rafael, como mi primo de la que estuve locamente enamorada – dijo con un suspiro de melancolía – Era tan guapo, tan altivo, tan varonil que aún me estremezco al recordarlo. Hace tanto tiempo de eso. Pero él siempre andaba flirteando con una y con otra, entonces, decidí olvidarlo. Claro, no lo logré. Pero qué puñetas había que seguir viviendo. Y viví.
Me contó su vida como profesora de instituto, sus viajes en coche –un mini- acompañada de sus más íntimas amigas y compañeras, también profesoras, por esa carretera tortuosa de los montes desde Sevilla a Málaga y los viajes de regreso entre risas, alegrías, dichas que nos otorga la juventud. Un coche cargado de felicidad y jolgorio. Un coche lleno de ilusión. Contó cómo se había marchado a Brasil, a Panamá y otros maravillosos países caribeños donde pasó años dichosos. Desprendía su conversación, por sus descripciones, por sus palabras, una dilatada cultura que me iba cautivando paulatinamente.
- ¿Ésta es la avenida Juan XXIII, verdad?
- Sí, es esta –respondí.
- Mi Papa preferido junto al actual, el Papa Francisco – me confesó irradiando ternura su mirada -. Fue un grandísimo Papa.
- ¿Sabe usted que existió otro Juan XXIII allá por los siglos XV y XVI? Que fue desposeído de sus prerrogativas pontificias durante el Concilio de Constanza, que él mismo había convocado para acabar con el cisma de occidente, y despojado hasta del nombre y por ello lo pudo utilizar, a mediados del siglo XX, al que hoy conocemos como tal.
Fue un ataque de vanidoso orgullo lo que sentí, tratando de ponerme a la altura de la fascinante perorata con la que estaba embaucando y el cómplice silencio de su acompañante, una mujer de mediana edad, sentada en la parte de atrás del taxi.
-Sí, lo sabía. Había por aquella época tres papas – dijo sus nombres y aquello me desarmó. - ¿Ha sido usted sacerdote? Lo digo porque me resulta extraño que alguien que no se interese por los temas de la Iglesia conozca ese hecho.
-No. No he sido sacerdote. Me faltan muchas cosas para poder serlo, sobre todo vocación – me pareció oportuno ocultar y parapetar mi descreimiento tras esa carencia de vocación -. ¿No será que se extraña por el hecho de que un taxista sepa eso?
-Tengo una enorme consideración por los taxistas. Cuando era monja, de misionera en Brasil había uno que nos ayudaba a diario en la misión. Era un gran hombre…
-¿Usted ha sido monja? ¡Usted ha sido monja y me ha contado con esa naturalidad lo de su primo Rafael!
- Sí, he sido monja y dejé de serlo porque me enamoré de un profesor compañero mío de instituto y nos casamos. Yo, entonces, tenía cincuenta años y a él no le importó mi vocación.
-Debió usted ser una monja muy avanzada para la época.
Con mirada teñida de una profunda y sabia ironía preguntó:
-A ver, Rafael, ¿acaso cree que las monjas no somos mujeres?

 

La inteligencia

Leyendo unos apuntes de mi hija sobre nutrición, en un apartado sobre los beneficios reportado por el descubrimiento del fuego, se destaca, entre otros, que permitió la cocción de los alimentos y que gracia a ello se desarrolló la inteligencia. Conclusión: conozco a demasiada gente que todo lo come crudo.
 

sábado, 23 de enero de 2021

Los dioses

Blande la mano una espada emponzoñada de ira
Hiende el aire el acero de hielo,
Hiere la carne, brota la sangre en una tétrica sonrisa en ella abierta.
Grita la boca un alarido de dolor,
Un gemido desesperado por la vida que se escapa.
Bebe la tierra la sangre derramada, sea noble o plebeya, con la misma avidez.
Deja tras de sí un reguero de lágrima, dolor y llanto,
Una estela de viudas plañideras, de huérfanos llorosos.
Sobre los cuerpos que pronto serán solo un recuerdo, contemplan los dioses la obra de sus detractores, o de quiénes les loan y alaban espada en mano.

 

miércoles, 20 de enero de 2021

El abandono

Hoy, transcurridos dieciséis años de aquella mañana fría de enero en que lo dejé abandonado, me asaltan los recuerdos con asombrosa nitidez, como si apenas hubiese mediado unas semanas. Recuerdo como hube de alejarme con forzada decisión sin atreverme a enfrentarme a su mirada que adivinada tras de mí, para no caer en sus lastimeras súplicas, en las deleitosas tentaciones que me ofrecía con gesto mudo, sin embargo tan sugestivos. De haberme vuelto y contemplarlo allí quieto, con silenciosa malicia, triste y solitario de seguro no hubiese reunido la fuerza suficiente para proseguir con firmeza y mi irresoluble estado de ánimo, como tantas otras veces la determinación tan firme y resuelta, consolidada con definitiva tenacidad antes de dormirme la víspera se diluiría con rapidez con las primeras luces de la mañana. Tenía que seguir adelante en mi decisión sin sucumbir a sus ruegos para que no se quebrase con la fragilidad de una pieza del más refinado de los cristales. Era débil ante él. Era sumamente timorato ante la idea de dejarlo definitivamente tras tantos y tantos años juntos, aún a sabiendas de lo perjudicial de nuestra relación. Mi voluntad mostraba una flaqueza inexplicable ante él. Una y otra vez claudiqué ante sus atractivos ofrecimientos. Una y otra vez aplacé la voluntad perentoria de que aquel sería el día, que aquel sería el último día, el momento definitivo y sin posibilidad de marcha atrás. Pero una y otra vez capitulé, me dejaba arrastrar por el deseo y el placer que me proporcionaba.
Pero aquella mañana lo abandoné. Algo inmensamente fuerte me instaba a volver. Más fuerte era mi voluntad de desoír esa voz suplicante que me rogaba volver. Al comienzo de manera suave, rogante, para convertirse en imperativa y crecer con vehemencia hasta hacerse intolerable, casi doloroso.
No fue fácil abstráeme a su recuerdo. No fue fácil desoír esa voz interior que me instaba a rescatarlo de aquél abandono que me pareció cruel y despiadado.
Pero hoy, transcurrido tanto tiempo, apenas recuerdo nada del él. Sólo aquel lomo donde una pavorosa advertencia me prevenía de las nefastas consecuencias de nuestra, hasta entonces, inquebrantable relación:
FUMAR MATA.

PD Esto fue escrito hace unos años, el abandono se produjo el 20 de enero de 1998,

 

domingo, 17 de enero de 2021

Cuentos completos (1880-1885) de Antón Chéjov

Hacer un comentario sobre una colección de cuento siempre resulta más complejo que sobre una obra en concreto. Son muchos los cuentos que recoge este volumen y, obviamente, calificar la calidad literaria de todos, encuadrarlas en un mero comentario siempre conlleva sobrevaloraciones de algunos de esos relatos que puedan resultar de una calidad inferior a aquellos otros que puedan resultar menoscabado al ceñirlos a ese mismo mismo criterio. En el volumen los hay que son magníficos, soberbios, dignos del mejor narrador de relatos que ha dado la historia de la literatura internacional y otros cuya calidad es más floja, débil. Pero en general es un repertorio digno de lectura.

 

jueves, 14 de enero de 2021

Les trois mousquetaires de Alexandre Dumas

Bueno, ha sido una aventura lenta, debido sobre todo a esa bendita manía mía de no sobrevolar una palabra sin conocer su significado, hoy los libros electrónicos te facilitan mucho esa labor, la consulta al diccionario es inmediata y cómoda, pero aún estoy lejos de tener la soltura en francés que tengo con el español y lo curioso es que aquella fue la primera lengua en la que aprendí a leer y escribir, incluso a pensar, debido al exilio económico que sufrieron mis padres y, obviamente todos nosotros, sus hijos, pero de eso hace casi sesenta años. Me gusta refrescar ese idioma que me parece hermoso, es un bien que me empeñado en atesorar.
Tarde lo que tarde, la lectura de los tres mosqueteros me ha entretenido, me he divertido con sus avatares, incluso me ha resultado absolutamente inesperada, este tipo de libro, conocido sobre todo gracias al cine, te deparan sorpresas, una veces agradables otras crueles, como en este caso. Por mucho que uno presuma de conocer la historia narrada siempre hay algo inesperado, imprevisto. Vale la pena leerlo, te rejuvenece e infantiliza.

 

martes, 12 de enero de 2021

La ciencia, su método y su filosofía de Mario Bunge


Si fuera entendible para la mayoría de los mortales podría ser un gran libro, pero está enfocado para una privilegiada minoría, entre la que no me encuentro. No es culpa del libro, pero se nos hace inalcanzable por su lenguaje árido y técnicamente especializado.

 

lunes, 11 de enero de 2021

Memoria de mis putas tristes de Gabriel García Márquez

Una historia de amor entre un nonagenario solitario de vocación y una niña virgen. El amor no tiene edad, el amor desvela sentimientos que permanecen aletargados en un rincón de nuestros corazones para inspirar, en su despertar, un estallido de pasiones adormecidas, que parecen muertas, pero que de repente resurgen de una lenta agonía con una vitalidad inesperada.
Hermosa historia esta de Gabriel García Márquez, como todas las que escribió a lo largo de su provechosa creación literaria.

 

domingo, 10 de enero de 2021

El nombre del viento de Patrick Rothfuss

Mucho hacía que no leía algo de fantasía pura. Me lo he pasado en grande con su trepidante narrativa, con sus aventuras inverosímiles pero que te hacen rejuvenecer una enorme cantidad de años hasta remontarte allí donde el recuerdo empieza a cubrirse de la bruma del olvido. Ha sido una gran recomendación que ha despertado la irresistible gana de seguir leyendo el resto de las partes de esta trilogía que promete infinidad de aventuras.

 

Boabdil de Antonio Soler

Todo lo que ha escrito Antonio Soler me ha atrapado. Tiene una manera de narrar muy particular, descriptiva como una sucesión de imágenes qu...