domingo, 28 de febrero de 2021

Poemas franceses de Rainer Maia Rilke

Las constantes referencias de Stefan Zweig, en su autobiografía El mundo de ayer, sobre este autor me indujeron a su lectura. Impelido por la curiosidad lo leí. Sin embargo, no he disfrutado de su lectura, no he podido dejarme atrapar por la sonoridad de sus versos. Ha sido como tratar de disfrutar de un plato que promete exquisitos sabores y en él solo destaca uno de sus ingredientes, encubriendo las demás sapideces hasta arrinconarlas en un doloroso anonimato. Al final solo ha destacado la decepción.
 

viernes, 26 de febrero de 2021

Los versos del Capitán de Pablo Neruda

Anoche, durante un rato exquisito, navegué en las plácidas aguas de un sereno lago, sereno como un espejo, plácido como una balsa de aceite. El verbo de Neruda impulsaba con sosiego y aplomo la vela de mi nave desplazándola de aquí para allá sin sobresalto, sin apenas balanceo. ¡Qué regusto impregna el paladar los versos de tan excelso poeta!

 

jueves, 25 de febrero de 2021

El árbol de las palabras

 

¿Fue su mirada envuelta en volátiles destellos de melancólica inteligencia la que me incitó a detenerme antes él? O ¿simplemente una azarosa casualidad?
Con gesto breve pedí permiso al hombre, tratando de vislumbrar sus ojos que asomaban tímidos entre el resquicio dejado por la bufanda, bajo la que se adivina una sonrisa complaciente, y el sombrero encasquetado hasta las cejas, con los que trataba de paliar los rigores de un invierno cruel, aún joven, para coger el solitario libro expuesto en su precario tenderete, con la intención de descubrir algo más sobre aquel tomo.
Era una edición antigua. Encuadernada con esmero y cuyo rutilante título, grabado sobre el envejecido cuero de la tapa en toscas letras de oro rezaba "El árbol de las palabras".
—Si lo hojea usted, lo devolverá como hacen todos —espetó mientras me lo alargaba con serenidad.—Tal vez sí o tal vez no —respondí con ironía
— ¿Quién es el autor?
—No tiene autor y a la vez pueden ser cientos, miles sus autores —respondió con misteriosa solemnidad.
Aquella inesperada respuesta me llenó de dudas sobre el equilibrio mental de mi interlocutor. Me contuve, retenido por la curiosidad, de dejar el libro y alejarme de aquel lugar.
— ¿Qué trata usted de insinuar, con lo de que no tiene autor?
—No insinúo nada, simplemente digo que usted mismo puede ser su autor.
— ¿Yo?
Entonces fue cuando abrí el libro al azar. Sus hojas estaban en blanco. Lo hojeé con nerviosismo, pero por más que pasase hojas todas estaban en blanco.
— ¿Qué tipo de broma es esta? –indagué con cierta indignación, algo exagerada en verdad, sintiéndome victima de una baladí burla por parte de un viejo demente.
—No se trata de ninguna broma, joven. Si pasa usted las hojas con la debida tranquilidad, como si lo estuviese leyendo, descubrirá entre dos de sus páginas una pequeña semilla incrustada en una oquedad apenas perceptible a simple vista. En esa semilla están todas las palabras que configuran este libro. Pero para ello es preciso cumplir unos requerimientos, entre los que se encuentran tener fe y desprenderse de cualquier atisbo de incredulidad que perturbe nuestra alma, deshacerse de los prejuicios burgueses que guían nuestros actos en la vida cotidiana. En definitiva creer en lo que se está haciendo.
››Esa semilla, una vez descubierta, hay que plantarla, regarla y cuidarla con la debida perseverancia. Pronto dará sus frutos y la paciencia; la condescendiente conducta se verán recompensadas con creces. Créame, joven, sólo la tenacidad, el tesón y la obstinación son capaces de lograr lo que a simple vista parece inalcanzable.
››Algo me dice que usted es capaz de obtenerlo. A esta altura la mayoría ya se hubiese marchado, farfullando por haber perdido el tiempo oyendo a un lunático como yo. Sin embargo, usted permanece aún ahí, eso si, dudando si echar a correr o terminar de oír lo que tengo que decir, pero al fin y al cabo sigue aquí. Alberga algo de fe. Y eso le dota de una fortaleza que debe aprovechar.
››Llévese el libro. Léalo con detenimiento, sin prisas, mírelo con ojos que quieran ver y entonces descubrirá usted lo que busca…
— ¿Cuánto quiere usted por él? –pregunté algo confundido por sus enigmáticas palabras.
— Debe desprenderse de esas obcecaciones burguesas. No todo se consigue a cambio de dinero. Haga lo que le he dicho y cuando alcance la gloria, entonces yo iré a arrebatársela, ese será el precio de este libro: la efímera celebridad que le reporte el libro que nacerá de esta semilla que me pertenece. Vaya, váyase y llévese el libro con usted.
Inquieto, impaciente y estremecido me alejé de aquel lugar notando el suave tacto del libro en mi mano. Ansiaba llegar a casa y poder descubrir qué había de cierto en las palabras de ese viejo librero. Mis sentimientos se debatieron durante el trayecto en oscilaciones como las de un péndulo, entre el escepticismo y la exasperada querencia de que aquella historia fuese real. Tenía que encontrar la semilla.
Me dispuse a leer aquel libro en blanco. Mis ojos escrutaron con minuciosidad las hojas vacías, sin hallar huella alguna de oquedad, de semilla. Nada. Absolutamente nada. Cada vez más convencido de mi bisoñez y embargado por el frustrante sentimiento de haber sido engañado por ese hombre como un vulgar incauto. Vencido por el soporífero letargo que me producía el sueño que me vencía, estaba a punto de cerrar con desilusión el libro cuando de repente reparé en una diminuta cavidad en la que se veía una ínfima lentejuela negra.
— ¡El viejo no me ha mentido! —logré gritar en mi soledad con innegable satisfacción.
Planté la semilla en una maceta que había dispuesto con antelación para tal fin. Cumplí con escrupulosidad monacal cada una de las instrucciones que me fueron dadas por el librero la víspera. Esa noche dormí sumido en cierta inquietud, en confusas ensoñaciones.
A la mañana siguiente cual no sería mi sorpresa al advertir un tierno tallo verde brotando, aún incipiente, en la maceta. Por la tarde el tallo había crecido con consideración. Lo trasplanté en el jardín, cerca de una acacia cuya ansiada sombra me cobijaba en verano.
Con curiosidad, me asomaba al ventanal para ver los cambios experimentados en el crecimiento del arbusto. Era asombrosa la rapidez de desarrollo de aquella planta. Pero nada comparado con la sorpresa que me deparada la mañana siguiente. Descendí, excitado por la curiosidad, al jardín. La planta había alcanzado la altura de la acacia y de su tallo central, que ahora era grueso y el verde de la tarde anterior había trasmutado hacia un castaño claro de una corteza que lo revestía enteramente y de la que manaban tiernos brotes de asombrosa policromía. Ninguno de los colores que teñían esos brotes se repetían, y eran decenas los botones que pronto serían ramas firmes y fuertes. De las que, a su vez, manaban yemas multicolores que fueron hojas que colgaba de esas ramas.
Al día siguiente, el árbol, que para mi tranquilidad había dejado de crecer, se había convertido en un frondoso follaje del que surgían flores tan variadas como los colores que las moteaban y olores que impregnaban el aire en su entorno a pesar del frío. Las flores se trocaron en frutos. Frutos de formas, colores y olores diversos. Sus sabores se adivinada tan variados como sus cualidades. Me atreví a recolectar una de esas frutas, era de un rosa intenso, de inefable textura, de olor suave y apetitoso, grande como una manzana. Al primer bocado sentí un sabor dulce invadir mi paladar, sin llegar a ser empalagoso. Un plácido regusto permaneció en mis labios de los que quiso brotar una palabra. Corrí a buscar el libro saboreando aún la huella de la fruta que permanecía en mi boca. Lo abrí delante del árbol y de mi garganta brotó la palabra amistad. Si ese era indudablemente el sabor de ese fruto: amistad que como un asustado insecto recorrió el blanco de las páginas del libro para pararse en un punto impreciso. Allí se detuvo la palabra amistad. 

Veinticuatro horas en la vida de una mujer de Stefan Zweig

Es asombrosa la facilidad del autor en describir las pasiones de sus personajes. Siempre acabas atrapado por un irresistible mimetismo hacia ellos que te absorbe, enreda y enmaraña irremisiblemente. Una historia en apariencia vulgar y trivial se va convirtiendo, con admirable maestría, en una narración de trascendencia insospechada. Mientras lees sientes las ideas bullir intranquilas en tu mente, como si fuesen espoleadas, excitadas y aquellos conceptos morales adormecidos, apiñados con sólida convicción, de repente, se ponen en marcha para ser cuestionados o reafirmados.
Novela corta, pero no por ello menos intensa, debió convulsionar los apacibles e hipócritas principios de hace casi un siglo. Cada lectura de sus obras reafirma el placer de leer a Stefan Zweig.

 

miércoles, 24 de febrero de 2021

El libro de las preguntas de Pablo Neruda

Preguntas vestidas de un lenguaje poético, como no podría ser de otro modo, perfumadas con la fragancia de las metáforas y acicaladas de lo absurdo y arbitrario de muchas de las cosas que nos rodean en nuestra cotidianidad.
 

El mundo de ayer de Stefan Sweig

Gozar con una buena lectura no es meritorio, simplemente basta con dejarte llevar. Pero este libro tiene algo especial, muy especial. No solamente te permite disfrutar sino que enriquece. Te sumerge en la piel ajena, en la de un escritor que "sufre" una triple condición: es austriaco, es judío y es intelectual. No necesariamente por ese orden pero si son inequívocas condiciones para soportar una hiriente marginalidad, según el lugar y la época que te toque vivir.
En este caso la Austria de la primera Guerra Mundial, la época convulsa de entre guerra, la gestación y estallido de la Segunda Guerra Mundial. Es obvia la marginalidad enunciada, con un Hitler y un nazismo ascendente, con gente aborregada, empujado por un falso fervor patriótico y nacional, en busca de chivos expiatorios que paguen las deudas ideológicas, morales y sociales que ellos mismos no han sabido enjuagar ni pulir.
Es un libro magistral, que nos pone de cara a un pasado que muchos quieren cubrir con un velo de olvido y de ese modo poder repetirlo. No. No está escrito como un panfleto partidista, sino con una soltura que nos muestra sin tapujos cuan nefastas son las consecuencias de ignorar nuestro entorno, de bajar los ojos ante la gestación de periodos difíciles, donde habitualmente se benefician los mismos de siempre.

martes, 23 de febrero de 2021

Veinte poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda

Releer unos versos es como bañarse en un fresco y sereno manantial. Las sensaciones son novedosas, desconocidas, sugieren nuevas emociones que emergen de lo más hondo de nuestro recuerdo y del que apenas creíamos tener evocaciones. Releer poesía es como rememorar una caricia atesorada en una mano amada, que convierte la placidez de las aguas en torrentes desbocados que recorren tu piel despertando aletargadas remembranzas. Eso es lo que he sentido al volver a leer estos 20 poemas de amor y una canción desesperada.
 

domingo, 21 de febrero de 2021

Ausencia

(Torremolinos 21/02/2010)













Arrastradas en un huracán, en el fuerte soplo de un viento,/
Vuelan raudas las horas, rápidos los días./
Mientras me deleito en el ensalmo de tu divina presencia,/
Temeroso por tener que afrontar tu pronta y dolorosa ausencia,/
Me embargan desgarradoras melancolías,/
Por no haber sabido retener entre mis manos el paso del tiempo./
Bien sabe la Providencia que no miento,/
Por no haber atesorado tan sublimes sabidurías,/
Apocado se encuentra mi ánimo, inquieta mi conciencia,/
Por no manejar con habilidad tal ciencia,/
Por no estudiar en noches perdidas, llenar miles de horas vacías,/
En poder retardar tu partida, y no llorar como lloro, implorando tu cercanía que tanto añoro en este momento./

 

martes, 16 de febrero de 2021

Carta de una desconocida de Stefan Zweig

¿Cómo es posible narrar con esa intensidad y calidad literaria sin que en ningún momento decaiga la vehemencia e intensidad narrativa? Se lee de un tirón, te atrapa y absorbe. Comienzas a creer en la transmutación de las almas y asumes la del personaje principal como propia. Sientes su desesperación, sus anhelos, sus inquietudes y sus sueños. El personaje deja de serlo para convertirte tú en si mismo, embebiendo sus conmiseraciones, sus afectos y ternuras; dejándote envolver por sus desalientos y llevar por sus postraciones.
Me ha encantado la belleza literaria del texto, la calidad de la obra, he sentido el placer de leerlo entremezclado con la sana envidia de no poder ni saber escribir de ese tan maravilloso modo.

 

La tregua de Mario Benedetti

¡Qué hermosa novela! Escrita de un modo directo, sin florituras ni extravagancias literarias innecesarias. Nos cuenta la vida de un hombre a punto de alcanzar un horizonte anhelado, el final de su vida laboral, la puerta que se abre al ocio y se cierra a las tediosas obligaciones. En el camino se le aparece el amor que viene a añadir luz a ese horizonte ya de por si prometedor, aunque sin sobresaltos. Su vida discurre entre la remembranza de un amor por la madre de sus hijos, fatídica y dolorosamente interrumpido y esa perspectiva esperanzadora que se acaba de abrir ante él. Todo hace que su vida se suavice, incluso la hasta ahora convulsa relación con sus hijos ya adultos, creciditos.
Pero agazapado entre la luminiscencia prometedora siempre hay una línea sombría que pugna por diluir la felicidad.
Conmovedora.

 

domingo, 14 de febrero de 2021

La ladrona de libros de Markus Zusak

Extrañamente curiosa, sorpresiva, inesperada. Es la mejor manera que tengo de definir el regusto que me ha dejado su lectura. Me resulta poco acertado calificarla como lectura juvenil, o es que tal vez mi espíritu, a mi edad, se esté rejuveneciendo sin que yo lo perciba. Me ha gustado, me ha enternecido, me ha ayudado a absolver gran parte de la humanidad y a agudizar mi rechazo hacía otra gran parte de la misma. En definitiva, es una novela "bonita".


viernes, 12 de febrero de 2021

Corps du roi de Pierre Michon

Es una colección de relatos cargados de simbolismo, donde pululan al unísono diversos autores y sus personajes. El lenguaje es poético, bello, difícil de traducir. No sé qué tal queda la versión castellana del mismo. Corto, lo cual facilita su lectura que a veces es enrevesada y compleja. No es una lectura que me haya marcado especialmente.

 

domingo, 7 de febrero de 2021

Aura de Carlos Fuentes

Corto, intenso, envolvente. Te atrapa desde el principio y no puedes zafarte de él ni tan siquiera una vez terminada la lectura de la ultima página. Siempre permanece un cierto regusto en tu paladar intelectual.
 

sábado, 6 de febrero de 2021

Frigiliana













Serpentean tus calles empedradas,
como arterias que insuflan vida.
alvéolos que llevan frescura,
y cientos de colores estallan en tus paredes blancas
llenando nuestras miradas de alegría.
Casas de paredes encaladas
calles empinadas que nos llevan al sabor inigualable de tu vino,
a la inolvidable dulzura de tu miel,
savia de caña,
que como un hechizo divino,
recorre garganta deleitando hasta erizar la piel.
Frigiliana, pueblo blanco de la bella Axarquía,
desde tu montaña,
oteas la majestuosa Nerja y el Mediterráneo que baña sus pies,
bajo un cielo de crepusculares luces,
en una mañana naciente,
o reluces,
acariciada por un suave sol de mediodía.

 

Serotonin de Michel Houellebecq
















Acostumbrado a leer en francés a clásicos, con sus lenguajes refinados, poéticos, este texto de Michel Houellebecq me ha resultado el más refrescante de todos. Así era como yo hablaba en mi niñez y adolescencia. Bueno, por cuestiones de edad, mi lenguaje era algo menos rudo, menos directo, menos brutal. Me ha recordado mucho a Bukowski, a Miller, don Arthur.
La novela me ha resultado un tanto sórdida, el personaje antipático, si, así y llanamente antipático, egocéntrico, que a duras pena soporta la falta de libido y la impotencia que le provoca la ingestión de un antidepresivo compuesto por serotonina. Así como la vejez, él no es viejo sino simplemente maduro, te hace perder toda perspectiva de futuro, adormeciendo los sueños y te hace refugiarte en tu pasado rememorando tiempos que siempre creemos mejores.

 

viernes, 5 de febrero de 2021

Lo efímero del amor eterno


Fue una noche en la que el amor eterno prometido se diluye en las primeras luces del alba. Una claridad vaporosa pugna por entrar en nuestra intimidad a través de la ventana. Los fervores atenuados, las pasiones aplacadas, los ardorosos besos escociendo aún en los labios, las caricias recientes recorriendo cada esquina de nuestros cuerpos de manera viva, dejando rastros indelebles de recuerdos que permanecen encendidos sobre nuestra piel. Tu hálito sereno denota tu presencia en mi almohada. Mi mente se aturde cuando emergen evocaciones cercanas. Tus besos. Tus caricias. Nuestros cuerpos moldeados uno en el otro. Mi mente se estremece en la remembranza. Mi carne tentada añora la tuya cercana, adormecida en sublime perfección.

Amor eterno imposible. Amor eterno revestido de una efímera realidad.
Amor eterno presto a acabar.

lunes, 1 de febrero de 2021

Un almendro en flor

Esta mañana he visto un almendro en flor. Es el alegre y prematuro preludio de una primavera cercana que venga a barrer, con sus aires cargados de aromas renovados, los tristes pensamientos que apesadumbran mi mente y azotan mi cabeza este invierno convulso, alterado y frío que se resiste a marchar. Pronto amarillearán las mimosas, verdecerán los álamos y reventará la jacaranda en su estallido violeta. Renacerá la glicina en la finca de la Concepción, envuelta en su aroma dulce y color alborozado para alegrar las almas mortificadas por un frío, desapacible y ventoso de un invierno que se diluirá en un apenado recuerdo, de cielos bajos, pesados y tristes como el que tengo ante mí sumiéndome en una honda melancolía.
 

Boabdil de Antonio Soler

Todo lo que ha escrito Antonio Soler me ha atrapado. Tiene una manera de narrar muy particular, descriptiva como una sucesión de imágenes qu...