Esta mañana he visto un almendro en flor. Es el alegre y prematuro preludio de una primavera cercana que venga a barrer, con sus aires cargados de aromas renovados, los tristes pensamientos que apesadumbran mi mente y azotan mi cabeza este invierno convulso, alterado y frío que se resiste a marchar. Pronto amarillearán las mimosas, verdecerán los álamos y reventará la jacaranda en su estallido violeta. Renacerá la glicina en la finca de la Concepción, envuelta en su aroma dulce y color alborozado para alegrar las almas mortificadas por un frío, desapacible y ventoso de un invierno que se diluirá en un apenado recuerdo, de cielos bajos, pesados y tristes como el que tengo ante mí sumiéndome en una honda melancolía.
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