martes, 30 de junio de 2020

El gato en el Bosque animado

¡Qué hermosa descripción del gato!

El bosque animado (Wenceslao Fernández Flórez)
- La subrayado en la página 140

No admite dueños, sino anfitriones, y por eso no sirve sino que se deja servir.

Después, lo que le importa es soñar. Enroscado junto al fuego, o sobre el más mullido mueble de la casa, o inmóvil en el alféizar de una ventana para dejarse ver —más que para ver— del mundo exterior, imagina estupendas historias y no gusta de que alguien le estorbe.

Cuando todos duermen y son tan densas las sombras que a un hombre le parece tropezar en ellas, sentirlas como cuajadas a su alrededor, el gato gusta de recorrer con sus leves pies de terciopelo los rincones que el misterio de la noche transforma.


viernes, 26 de junio de 2020

España sin Rey de Benito Pérez Galdós

Un episodio más. Un retrato del parlamentarismo constituyente, de las tensiones entonces preponderantes, como la libertad de credo, unos vehementes detractores, otro fervientes defensores, un auténtico escandalo conceder los mismos derechos a quienes no profesaban las mismas ideas religiosas, únicas, inalterables, inamovibles, las que llevaban imperando siglos y ese era el único valor que le confería esa imposibilidad de cambio. Lo duradero siempre es cierto y verdadero aunque haya concentrado un cúmulo vergonzoso de errores a lo largo de la historia.

martes, 23 de junio de 2020

Mahler, Resurreción.



Vale la pena oír enteramente la 2ª Sinfonía de Mahler para alcanzar este apoteósico final. Me ocurre desde la primera vez que lo oí, cuantas más veces lo hago más me entusiasma, me eriza el bello, me conmueve y deslumbra. Esta versión de Gustavo Dudamel frente a la orquesta Simón Bolivar de Venezuela es de las más impactantes para mi gusto.

lunes, 22 de junio de 2020

Las dos (o más) Españas

Por más que pase el tiempo, por muchas batallas que venzamos o perdamos, el sino de España es un permanente enfrentamiento. Los privilegiados jamás cederán ni un ápice de sus prebendas. El poder y la fortuna siempre andarán entre sus manos.
Por ello recojo estas palabra de Benito Pérez Galdós, mi actual lectura.

R.C.G.






<<A su fin corría con paso incierto el año 68, atropellando sus días inquietos entre clamorosas disputas. Habíamos hecho una revolución con el instrumento naval y militar, trayendo después al pueblo a que la confirmara, y apenas cogieron los nuevos estadistas el manubrio de gobernar, saltó la cuestión batallona: si quitado el Trono debíamos poner otro, o constituirnos en República. Y los españoles se encendieron en porfías y altercados sin fin. La oratoria, que había sido achaque de algunos escogidos habladores, se hizo manía epidémica, y hombres, mujeres y aun chiquillos, salieron perorando a cántaros, cada cual según su tema o sus humores. Los más fríos argumentaban así: «Pero, hombre, no es poco trabajo carpintear ahora un trono con las astillas del que acabamos de romper». Y esta discusión primaria pronto había de ramificarse en variedad de peloteras. Los republicanos despotricarían sobre si la República debía llevar penacho unitario, federal o mixto, y los monárquicos andarían a la greña por si encasquetaban la corona en esta o en la otra cabeza.>>

Fuente: España sin rey (Benito Pérez Galdós)
- La subrayado en la página 4 |


domingo, 21 de junio de 2020

El collar del neandertal de Juan Luis Arsuaga

¿Qué maravilloso viaje he realizado durante su lectura! He viajado hasta la España, la Europa, el Mundo prehistórico, allí dónde fueron formulándose los primeros pensamientos racionales y estructurados, dónde se articularon los primeros sonidos comprensibles, que transmitieron nítidos mensajes y conceptos para otros. Es un autor que no deja de asombrarme por lo profundo de sus conocimientos, la claridad de sus explicaciones, la simpleza y, a la vez, la hondura de sus conceptos. Es una lectura imprescindible para quien quiera adentrarse en nuestro pasado remoto, en conocer mejor a nuestros ancestros para entendernos más a nosotros mismos. Es un científico capaz de hacernos comprender las cosas sin demasiada estridencia, sin complejidad para que hasta el más simple de los mortales lleguemos a comprender y aprehender determinadas ideas que siempre creemos lejos de nuestras posibilidades.

sábado, 20 de junio de 2020

Washoe y la cognición animal

septiembre de 1965 - 30 de octubre de 2007 
Fue una chimpancé común hembra que fue el primer ser vivo no humano en aprender a comunicarse mediante la lengua de signos norteamericana como parte de un experimento de investigación sobre la adquisición del lenguaje en los animales.(1)

Aprendió unas ciento cincuentas palabras a través de las cuales se comunicaba con Allen y Beatrice Gardner. En su larga vida tuvo una cría, que enfermó; sus cuidadores se la quitaron para tratarla, pero murió y nunca le fue devuelta. Tras esto, cada vez que el psicólogo que trabajaba con ella se acercaba a su jaula, Washoe repetía machaconamente dos signos:  traer bebé, traer bebé... (2)

fuentes:
(1) Wikipedia
(2) El collar del Neandertal de Juan Luis Arsuaga.



viernes, 19 de junio de 2020

Elefante de defensa recta

Algo curioso que me ha sorprendido enormemente.


<<Pero ya que estamos hablando de caza mayor, ¿por qué no ocuparnos de la mayor de todas las cazas posibles sobre la superficie del planeta, la caza del elefante? Los nombres de dos pueblos sorianos, Torralba del Moral y Ambrona, han ocupado desde hace muchos años un lugar importante en las páginas de los manuales de Prehistoria en todas las universidades del mundo: se han encontrado numerosos restos de elefantes fósiles asociados a bifaces y otros instrumentos de piedra en terrenos de esos pueblos, en el valle del río Ambrona o Mansegal (un afluente del Jalón). Muchos investigadores han creído que los elefantes fueron cazados por los seres humanos, algo después de la época de las lanzas de Schöningen.>>


Fuente El collar del neandertal (Juan Luis Arsuaga) - Lo subrayado en la página 167

jueves, 18 de junio de 2020

Homo habilis

El hombre comienza a asomar la cabeza.


<<La adaptación del Homo habilis a los ecosistemas despejados y herbosos, las sabanas, no sólo supone un cambio de hábitat, sino también un cambio de nicho ecológico, es decir, del papel que la especie juega en la cadena de la vida: en otras palabras, de cómo se ganan la vida sus miembros. Por primera vez la carne y las grasas animales pasaron a formar una parte importante de la dieta de los homínidos. Sin embargo, y sorprendentemente, tal mudanza de nicho ecológico no parece suponer una modificación esencial en la morfología del Homo habilis, que permaneció muy semejante a los australopitecos, como hemos visto. A pesar de todo, hay ligeros cambios en la cabeza, con una cara un poco más pequeña y un cerebro algo más grande. El aumento del tamaño del cerebro puede tener que ver con la nueva forma de vida, basada en la explotación de recursos más dispersos y menos previsibles que los del bosque tropical.>>


Fuente: El collar del Neandertal de Juan Luis Arsuaga

miércoles, 17 de junio de 2020

15 M

Quiero rescatar este escrito mío de un viejo blog por su vigencia. Lo publiqué el 19 de mayo del 2011


Con cierto recelo observo desde un segundo plano los hechos que acontecen en nuestro país. No me atrevo a dejar que un excesivo entusiasmo guíe mi imaginación, son tantas ya las decepciones, tantos los desencantos que no me siento con fuerzas de afrontar uno nuevo. Pero no puedo negar que en mi subyace una satisfactoria alegría al constatar signos de rebeldía en quienes veía aletargamiento y amodorramiento intelectual, desidia ideológica, aborregamiento colectivo, apatía generalizada.

Me tocó vivir, in situ, el Mayo del 68, que mi incipiente adolescencia no me dejó comprender en su plenitud, pero si recuerdo tener la certeza, una idea que me rondaba la mente entonces, que algo importante estaba ocurriendo, cuando veía a mis compañeros de colegio, de cursos más avanzados; a mis vecinos, a los alumnos del Lycée; a los obreros de las fábricas, compañeros de mi padre y padres de mis compañeros, prepararse como lo hacen los guerreros antes de entrar en batalla para ir a gritar sus anhelos de libertad, desasirse del hastío ideológico, de la opresora falta de libertad, que las democracias acomodadas a sistemas negadores de la participación ciudadana limitándola a la simple emisión de voto, nos someten; aquel cautivador y poético lema de ¡Parad el mundo que me bajo! tan lleno de desesperada desazón.

Me tocó vivir los últimos años de un oscuro periodo en la que desembocó la Guerra Incívica que desgarró y desmembró a familias enteras. País dividido, naciones y regiones fraccionados, ciudades fragmentadas, barrios desintegrados, gente separada… Lleno de odio y miedo.

Luché con todas mis fuerzas para que me devolvieran lo que nunca nadie debió de arrebatarme; contra quienes nunca gozaron de la prerrogativa de negarme lo que me impedían: la libertad, la capacidad de elegir mi destino, ni disfrutaban del privilegio de poner palabras en mi boca que antes no hubiera dictado mi corazón. Quería leer libremente, quería oír con libertad, quería hablar sin cortapisas, vivir en definitiva, pero hacerlo sin lastres. Y ante mi se abrió una senda, orillada de frescura, de frondosidad, tal vez una senda errónea, no lo sé, pero era mi senda, la que yo había elegido. Recuerdo que alguien me dijo: Ven, hagamos juntos el camino que nos conduce a nuestros sueños y entonces le di la mano, y a su vez agarré la de quien me acompañaba al otro lado y repetí las palabras que momento antes me habían dicho. Junto hicimos un larguísimo y fastuoso camino, lleno de escollos y llantos, lleno de obstáculos y dificultades, pero donde no cabía el desaliento ni el abatimiento. Nos adentramos por senderos sombríos y húmedos, espinados, hediondos y fétidos por las emanaciones de la ciénaga que nos rodeaba. Pero la certeza de hallar pronto nuestro destino, un claro en la lóbrega espesura donde pudiese penetrar la luz que pugnaba por atravesar las oscuras copas de los árboles nos empujaba a seguir adelante. La negra frondosidad, árboles de troncos revestidos de líquenes negros, donde jirones de dolor colgaban de sus ramas confiriéndoles tétricos aspectos, disfrazándolos de fantasmagórico semblante, oscurecía nuestras mentes, pero nunca nuestras esperanzas.

Al fin el calvero, lleno de luz, donde los rayos de sol parecían querer herir nuestros ojos tan desacostumbrados a tal fulgor.

Pero esa luminosidad fue apagándose, difuminándose como se diluye las luces crepusculares ante que la noche todo lo envuelva. Nuestras manos se desunieron, disipándose nuestras esperanzas.

Hoy veo desde mi ventana un leve rayo de luz… ¿será este un nuevo claro en este bosque de tenue luminosidad?

martes, 16 de junio de 2020

El hombre de Neandertal

Todos los niños son un poco «salvajes» (en el sentido de «asilvestrados»), y hay que civilizarlos por medio de la educación, encerrándolos entre las cuatro paredes de un aula. Pero dentro de cada uno de nosotros hay siempre escondido un hombre prehistórico, que aún se despierta al escuchar la llamada de la selva.











Fuente El collar del Neandertal de Juan Luis Arsuaga, preámbulo.  

Te llamaré Viernes de Almudena Grandes


Me ha costado sumergirme en ella, tal vez por estar plagada de descripciones simbólicas que no siempre he alcanzado comprender. ¿Más por torpeza mía que por falta de habilidad de la narradora? La verdad es que de todo lo que he leído de Almudena, hasta ahora, esta puede ser considerada la más floja de sus historias, teniendo en cuenta que el listón lo tiene muy alto, altísimo. Mis primeras lecturas de la autora han sido los episodios de una guerra interminable. Y eso es mucho decir.
Es una historia extraña, a veces oscura, una historia humana repleta de amor atípico y poco convencional. Hay un fragmento que me ha desgarrado el alma, no quiero desvelar nada para no quebrar el factor sorpresa de la narración en futuros lectores.

lunes, 15 de junio de 2020

Van Gogh Animado



Vincent Van Gogh es uno de mis pintores predilecto, pero me gusta el movimiento de sus cuadros, es decir, el movimiento intrínseco de sus pinturas sin necesidad de añadirles artificios. Hoy me permito la licencia de poner este vídeo que me ha resultado curioso. Siempre se quiere transferir movimiento a las obras de este artista.

domingo, 14 de junio de 2020

Isla de Moorea, Polinesia



Pensar que en mi juventud ya lejana tuve la ocasión de pisar esa tierra, sumergirme en sus aguas y ampararme a la sombra generosa de alguna de sus palmeras aún me estremece.

El sillón

¡Cuánto mundo he recorrido! ¡Cuántos amores disfrutados! ¡Cuántos desamores sufridos! ¡Cuántas aventuras gozadas y desencuentros padecidos! ¡Cuántos logros alcanzados! ¡Cuántos caminos interrumpidos! ¡Cuántos sueños despertados, cuántos quebrantados!  Y todo ello sin moverme de mi sillón de lectura.

sábado, 13 de junio de 2020

Salar de Uyini, Bolivia



"Salar de Uyuni" en Bolivia es el lugar donde se encuentran el cielo y la tierra.  .  .  La mayor parte del año, el Salar está completamente seco, sin embargo, en la temporada de lluvias (verano), puede encontrarlo inundado;  Cuando eso sucede, el Salar se convierte en una especie de espejo, que refleja todo el paisaje visto en el suelo.
 Es cuando el cielo se encuentra con la tierra.  ¡La perfección de la naturaleza es sensacional!

Mafalda


 Nació el 29 de septiembre de 1964 por obra y magia de Quino y será eterna.
                                            Sin comentario...


viernes, 12 de junio de 2020

Enrique III de Navarra y IV de Francia

Enrique de Borbón (Pau. 13 de diciembre de 1533 - París, 14 de Mayo de 1610 fue rey de Navarra con el nombre de Enrique III entre 1572 y 1610 y rey de Francia como Enrique IV entre 1589 y 1610, primero de la casa Borbón en este país, conocido como Enrique el Grande (Henri le Grand) o el Buen Rey (Le bon roi Henri) y Copríncipe de Andorra (1572-1610).





Que cada cual saque sus pertinentes conclusiones.







Voltaire



François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire (París, 21 de noviembre de 1694-ibid., 30 de mayo de 1778), fue un escritor, historiador, filósofo y abogado francés.


Resumen de su credo político filosófico : Cualquiera puede tener las convicciones o los credos que prefiera, siempre que no pretenda imponerlos a los demás como un dogma indiscutible.











Fuente: Voltaire (Roberto R. Aramayo)

jueves, 11 de junio de 2020

Rosa María Sardá

Son muchas las muertes que nos están azotando últimamente, miles de anónimos que han muerto rodeados de soledad, cruelmente llamado por un desconocido e inesperado virus, pero también se nos han ido otros que no puedo nombrar para no dejar a ninguno en el olvido.

Que la tierra te sea leve, Rosa María.

David Hume


David Hume (Edimburgo, 7 de mayo de 1711-ibídem, 25 de agosto de 1776) ​ fue un filósofo, economista e historiador escocés

Del agnosticismo al ateísmo. 






En el verano de 1776, cuando se estaba muriendo y sus amigos fueron a visitarle a Edimburgo, dejó claro que no tenía intención alguna de convertirse en su lecho de muerte. Todo lo contrario. James Boswell, cristiano, le preguntó si no le preocupaba lo que le pudiera suceder después de morir. Hume le contestó que no tenía ninguna esperanza de que hubiera vida después de la muerte. Y añadió algo: dijo que no le preocupaba más el tiempo posterior a su muerte que el anterior a su nacimiento.

Fuente: Una pequeña historia de la filosofía (Nigel Warburton)

Pequeño Teatro de Ana María Matute

Gran y hermosa novela esta de Ana María Matute, la reina del adjetivo que maneja con asombrosa maestría. Es una historia tan humana, desarrollada en un ambiente sombrío, estrecho, opresivo, que a la vez destilada un cierto magnetismo mágico, rodeada subliminalmente por todo lo que parece negar y contradecir. Es la historia de varios sueños, que a la postre no es más que un sueño único que todos comparten de distinta  forma, cada cual de manera tácita, silenciosa, atesorándolo en un recóndito, apartado y secreto rincón de sus corazones.

Queda claro que la censura de la dictadura, imperante en aquel instante de la publicación de la obra, andaba sobrada de poder y corta de inteligencia y perspicacia.

Hermosos ratos de lectura me ha proporcionado este libro.

miércoles, 10 de junio de 2020

Homenaje a Pau Bonés

Cada vez que se silencia una voz creativa, la humanidad pierde un trozo de si misma, parte de su esencia.



 

Un pequeño homenaje DEP
¡Qué hermosa canción!

Un museo de la felicidad






Yo, como Benedetti, echo de menos un museo de la felicidad, donde en amplias salas se muestren sonrisas, risas, incluso carcajadas, sin importar la estridencia. Una sala donde se exhiba el dulce sabor de un beso largamente esperado y al fin satisfecho; una caricia anhelada y ahora gozada; un reencuentro aguardado con impaciencia y finalmente complacido. Donde se pueda contemplar la agradecida sonrisa de un bebé saciado del pecho, henchido de felicidad, de su madre. De la madre, cumplido el sueño, de apreciar el regreso del hijo sonriente por reencontrase con la persona añorada. El mágico instante del estudiante graduado, del escritor publicado, el poeta recitado, del deportista fichado por el club de su vida, del pintor expuesto, del trabajador contratado. Son efímeros, sí, pero son tantos que no existe sala capaz de albergarlos a todos, para ello debería ser el museo más grande del mundo.

martes, 9 de junio de 2020

La siesta






Terminada la recogida de los enseres de la cocina, la panza satisfecha, el hambre saciada o al menos aplacada, la digestión a punto de iniciar su momento de transmitir una irrefrenable modorra, aún con el amargo sabor del descafeinado sin leche, apenas una gotita para rememorar, con trampa, aquellos cafés cortados de sobremesa capaces de resucitar un muerto y que le empujaban y animaban a proseguir con sus tareas laborales; nada de azúcar o edulcorante para exprimir todo el sabor, el hombre se dispuso a comenzar uno de los momentos preferido del día: la siesta. Apenas acoplado en su sillón favorito, ubicado en el lugar favorito, el más fresco de la casa, indicado inocentemente por Jacky, su mascota, un Yorkshire dulce con ellos y arisco con el mundo, cariñoso con ellos y huraño con los desconocidos -en algún lugar había leído que los perros siempre sesteaban en el rincón de la casa donde reinaba la mayor frescura durante los veranos- y desde entonces, admirando la sabiduría animal y canina, ambos compartieron ese rincón hasta que su mascota un mal día decidió morirse porque ya estaba bien, sumiéndole en un profundo dolor cargado de añoranza.
Cerró los ojos rezándole a los dioses, a todos, pues el hombre no hacía distinción entre uno y otro con la finalidad de ahorrar disgustos innecesarios a los olvidados por negligencia o ignorados por desconocimiento, para que algún operador u operadora de Vodafone no tuviese la nefasta ocurrencia de llamarlo para hacerle una irrechazable oferta, infaliblemente a esa hora tan sagrada para todo español de bien que es la de la siesta.
Apenas cerrado los ojos, exhalado el suspiro de alivio, antesala de los momentos gloriosos que uno se dispone a disfrutar con profunda quietud y placidez, oye como la puerta de casa se abre y cierra, oye unos conocidos e inconfundibles pasos leves y gráciles, entusiastas, llenos de vida e impaciencia. Los pasos se detienen. Un ineludible compromiso se ha interpuesto entre ellos. El hombre abre un ojo, el derecho para más seña, lleno de asombro e impaciencia, algo decepcionado por el violento quebrantamiento de sus irrealizables planes. El izquierdo, permanece cerrado, resistiéndose a abrirse con pereza. Con la borrosa visión del ojo derecho, que apenas ha gozado de unos segundos de relax, entrevé los alegres saltitos de un ángel que corretea hacía él con desasosiego e intranquilidad, sus bucles y rizos saltarines, de un castaño tan claro que parecen rubios, llenos de vida propia, gozadores de una autonomías plena, repletos de tocante armonía revoloteando a los cuatro vientos. De repente el ángel salta sobre las maltrechas y artríticas rodillas del hombre. Pero es tal el placer de ver a aquel querubín, que apenas siente dolor. Se dan un fuerte abrazo, se llenan los carrillos de besos sonoros, húmedos y sinceros. Abuelo y nieta siguen fundidos en un abrazo inquebrantable como un aleación metálica, imposible de desunir una vez enfriada.
¿Y mamá?– pregunta el abuelo.
No ha podido subir, dice que tiene mucha prisa – responde el querubín con cierta resignación.
– ¡Ah! 
La figura de la abuela se recorta en el dintel de la puerta del salón, como una espectral aparición, diciendo:
 Se me olvidó comentarte que la niña llamó esta mañana y me dijo que iba a dejarnos a Lucía esta tarde, tenía cosas urgentes que hacer y por ello no ha podido subir.
La abuela desaparece de la escena con la misma sutileza y sigilo de su aparición. El abuelo, ya con los dos ojos despabilados, observa a la que un día fue bella y atractiva y hoy sigue siendo una hermosa mujer entrada en años, bella y atractiva, pero con una memoria tan frágil como cuando era una lozana y apuesta muchacha; contempla la sonrisa de Lucia, hermosa, tierna, inigualable, estremecedora para centrarse de nuevo en su ángel.
Abuelo, tengo algo que preguntarte – dice de repente el bello querube, como si una invisible señal le refrescara repentinamente la joven memoria.
Pues, dime, tesoro.
Voy a por una cosa que he dejado en la entrada y te lo pregunto. Vuelvo enseguida. 

Con la misma agilidad que retrepó a las rodillas del abuelo unos momentos antes, baja Lucia, corretea, con pasos danzantes y armoniosos, para reaparecer de inmediato enarbolando un cuaderno en sus manos.
Abre el cuaderno con infantil impaciencia y sin más preámbulos espeta.
Abuelo, ¿Quién descubrió América en 1492?
¿en... 1492? – titubeó el confundido abuelo.
Aquella, en apariencia, inocente pregunta turbó inexorablemente al abuelo. Años atrás cuanto nació Lucia, se había hecho la promesa a si mismo de no mentir nunca a aquella pequeña criatura que le acababan de mostrar a través de un cristal. Fue un día de nervios e inquietudes, una mañana plomiza y gris, húmeda y fría. La familia, casi al completo esperaba en la sala de espera, rodeados de infinidad de desconocidos que mostraban las mismas inquietudes, preocupaciones y nervios que el resto, los otros, los más veteranos en la materia, estarían de seguro apacibles esperando en la cafetería, con la serenidad que otorga la experiencia; hasta que la megafonía convoca a los familiares de la paciente fulanita de tal, que no era otra que su propia hija; acaba de parir una niña de cuatro kilos, lo que despierta un expectante y sonoro murmullo entre todos los que allí esperan, conocidos y no conocidos. Eso parece ser muchos kilos de niña. Por indicación de la megafonía pasan a otra sala, más pequeña, en la que  destaca una pared acristalada. A través de ella le muestran, a su yerno, su mujer y a él mismo la frágil criatura que parecía poder quebrarse en aquellas manos expertas que la sostienen. La enfermera le desabrocha el pañal y enseña el inequívoco sexo de niña. Si, en efecto no había lugar a duda: era una niña. Se fija en sus inquietas manos, sus pies agitados, su cara enrojecida e impersonal. Todos los bebés son iguales, piensa el abuelo entonces, solo los días irán marcando las diferencias, la belleza de la pequeña se definirá, adquiriendo su propia personalidad, rasgos determinados e irrepetibles. Pero en ese preciso momento, en el que le enseñaron un ser viviente recién llegando al mundo, sin apenas haber apagado el sonido de su primer llanto, el abuelo se hizo a si mismo la solemne promesa de no mentir jamás a esa criatura, sin entender lo irrealizable de ese compromiso.
Sí, abuelo, en 1492... ¿Cuándo sino? – dice Lucia con indisimulada desesperación.
Pues... verás... según los libros y muchas personas fue un tal Cristóbal Colón – algo se iluminó en el semblante de Lucía. Su rostro mostró la satisfacción de encontrar lo perdido, de refrescar lo olvidado mientras asentía con levedad. Una sonrisa irresistible se dibujó en los bellos labios de la pequeña, un regocijo encendió un rasgo de orgullo en su rostro suave y virginal, como un resplandor de petulancia por la innegable sabiduría del abuelo que era tan grande como la de su maestra.
Lucia conocía que el único modo de retener en su mente todos esos datos es que su abuelo le contase los hechos a su modo, con su manera peculiar de ver el mundo.
En realidad quien descubrió de verdad América en uno de esos viajes fue un caballo, el primero de todos fue un caballo – espetó el abuelo sin pensarlo más.
La cara de asombro de Lucía fue indescriptible.
¿Un caballo...?
Sí, un caballo. – reprimió las ganas de añadir y unos cuantos virus- Cuando Colón y sus hombres llegaron a tierras americanas encontraron a hombres y mujeres, niños y niñas, ancianos y ancianas que ya habitaban esas tierras, vieron muchos tipos de animales que correteaban por los prados, por los valles y las colinas, se escondían asustados por la presencia de esos desconocidos humanos en sus madrigueras, trepaban a árboles o altas rocas para refugiarse, se escabullían entre estrechas grietas de esas mismas rocas; peces que nadaban en sus lagos y ríos, en las aguas del mar cercanas de sus playas; bellas y coloridas aves que surcaban sus cielos azules, con vuelo majestuoso y sereno, o inquieto y febril, para posarse en las ramas de algún árbol y comerse sus olorosos, sabrosos y coloristas frutos, y desde aquellas mismas ramas comenzar sus armoniosos cánticos para atraer a los de su especie, sobre todo a las hembras y ahuyentar a los machos, y construir con paciencia sus nidos, ellos, y en los  depositaran, ellas, sus huevos y para que pequeñas, diminutas y desplumadas criaturas nacieran al tiempo y piaran reclamando con frenesí ser alimentadas. Sí, todo eso encontraron Colón y sus hombres. Pero no hallaron ningún caballo. ¿Sabes por qué? - la pequeña negó con la cabeza, boquiabierta de asombro ante el relato de su abuelo- pues muy simple, porque no había ningún caballo en esas tierras. El primer caballo llegó después, traído por los españoles en sus barcos.
– ¿Entonces, un caballo fue quien descubrió América, abuelo? 
Más o menos pequeña. El primer hombre o mujer que descubrió América, Lucia, vivió y murió hace mucho, mucho, muchísimo tiempo y nadie sabe su nombre, ni tampoco la fecha en que lo hizo. – se ahorró la cifra de unos quince mil años para no abrumar más a su ángel, tampoco estaba ya él seguro de la exactitud de esos datos, miró de reojo su libro electrónico que reposaba en una mesita cercana al sillón y recordó haber leído el descubrimiento de algún fósil humano en Sudamérica con una datación aún mayor. Ocultar un dato no era mentir, se tranquilizó a si mismo.


domingo, 7 de junio de 2020

La voz del violín de Andrea Camilleri



Ingenioso, entretenido, con leves pinceladas humorísticas, lectura ligera sin estridencia, chispeante y perspicaz. Nada más ni nada menos.





sábado, 6 de junio de 2020

Las edades de Lulú de Almudena Grandes





¡Hay que ser valiente para publicar una opera prima de este calibre! Tiene un doble valor a mi entender, ser una escritora novel y encima mujer, y que esto no suscite ningún tipo de polémica, ser mujer no te resta ni un ápice de capacidad ni creatividad pero si añade una enorme dificultad, un inmenso lastre a la hora de ser juzgada y más en una materia tan arraigada, de modo equivoco, en la cultura burguesa imperante como es el sexo. Me ha ayudado a entender, aunque ya lo intuía, no soy ningún chaval ya, de una perspectiva distinta el modo de ver el sexo como hombre. El género erótico nunca ha sido de mi predilección, bastante ha tenido uno a lo largo de la vida con domeñar (aplacar) los empujes de la carne como para encima incitarlos y despertarlos con tales tintes artísticos. La verdad es que me ha gustado mucho la lectura. Constatar como se puede alguien hundir en un profundo túnel, sin remisión, un túnel placentero, hedónico, pero que conlleva enormes rupturas morales.

Boabdil de Antonio Soler

Todo lo que ha escrito Antonio Soler me ha atrapado. Tiene una manera de narrar muy particular, descriptiva como una sucesión de imágenes qu...