Un episodio más. Un retrato del parlamentarismo constituyente, de las tensiones entonces preponderantes, como la libertad de credo, unos vehementes detractores, otro fervientes defensores, un auténtico escandalo conceder los mismos derechos a quienes no profesaban las mismas ideas religiosas, únicas, inalterables, inamovibles, las que llevaban imperando siglos y ese era el único valor que le confería esa imposibilidad de cambio. Lo duradero siempre es cierto y verdadero aunque haya concentrado un cúmulo vergonzoso de errores a lo largo de la historia.
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