Es asombrosa la facilidad del autor en describir las pasiones de sus personajes. Siempre acabas atrapado por un irresistible mimetismo hacia ellos que te absorbe, enreda y enmaraña irremisiblemente. Una historia en apariencia vulgar y trivial se va convirtiendo, con admirable maestría, en una narración de trascendencia insospechada. Mientras lees sientes las ideas bullir intranquilas en tu mente, como si fuesen espoleadas, excitadas y aquellos conceptos morales adormecidos, apiñados con sólida convicción, de repente, se ponen en marcha para ser cuestionados o reafirmados.
Novela corta, pero no por ello menos intensa, debió convulsionar los apacibles e hipócritas principios de hace casi un siglo. Cada lectura de sus obras reafirma el placer de leer a Stefan Zweig.
No hay comentarios:
Publicar un comentario