(Torremolinos 21/02/2010)
Arrastradas en un huracán, en el fuerte soplo de un viento,/
Vuelan raudas las horas, rápidos los días./
Mientras me deleito en el ensalmo de tu divina presencia,/
Temeroso por tener que afrontar tu pronta y dolorosa ausencia,/
Me embargan desgarradoras melancolías,/
Por no haber sabido retener entre mis manos el paso del tiempo./
Bien sabe la Providencia que no miento,/
Por no haber atesorado tan sublimes sabidurías,/
Apocado se encuentra mi ánimo, inquieta mi conciencia,/
Por no manejar con habilidad tal ciencia,/
Por no estudiar en noches perdidas, llenar miles de horas vacías,/
En poder retardar tu partida, y no llorar como lloro, implorando tu cercanía que tanto añoro en este momento./
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