Apenas iluminada por un tímido halo de una luna pálida.
Me adentran perversas criaturas
Para perturbar mis pensamientos,
Y un dolor escarchado oprime mi corazón.
Pináculo de altas soledades,
De diluir imposible,
De laborioso desvanecer,
Permanecen indemnes,
En tenebrosa quietud.
Breve es la felicidad y eterno el olvido
De ese amor que trato de destejer,
Que ahora corroe mis entrañas.
He de aprender a no quererte.
He de vivir sin amarte.
He de dormir sin soñarte.
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