Esta novela me ha dejado un sabor extraño. He encontrado momentos sublimes, profundamente humano, me ha acercado a sentimientos que sacuden tu intelecto para descubrir hechos a los cuales mirabas de soslayo, casi con indiferencia, como si fuesen ajenos al ser humano y, sin embargo, están ahí, latentes. ineludibles, formando parte intrínseca del ser humano en la vida misma. En esos sentimientos Padura ha sabido arañar hasta sacarlos a flote, hacerlos visibles y evidentes.
La trama se ha ido deshilvanando poco a poco, los misterios afloraban, se desvelaban a cuentagotas y eso me gustaba.
Pero por otra parte ha habido momentos donde la lectura se espesaba, me costaba avanzar y solo por pundonor la he mantenido hasta el final.
Esos momentos son los que no me han permitido darle la máxima puntuación.
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