viernes, 17 de diciembre de 2021

Descubrir el mundo con una visión africana reporta un prisma novedoso para aquellos que no somos de ese continente. La visión negra de la vida reporta un prisma distinto de las cosas. No es lo mismo ser un despojador que un despojado y más cuando se tiene conciencia de serlo. No todos lo son. Se me ha quedado grabada una frase: "Allí hasta los esclavos defienden la esclavitud" Allí es un lugar fuera de África.
Lo negro huele a naturaleza, a hierba fresca, a
árboles jóvenes o viejos; a la inmensidad de la sabana o a la intimidad de bosques salvajes lleno de sonido anónimos y persistentes. Huele a boñiga de vaca, a cagarruta de cabra, a aire límpido. Huele a miseria, a hambre atrasadas y renovadas cada día. Todo es color, calidez o calor, sequedad extrema o humedad excesiva. Lo negro huele, reluce a humano.
Sin embargo lo blanco huele a codicia, en una mano la biblia en la otra un arma. Lo blanco habla francés, o alemán, o inglés, o árabe, o italiano o español. Lo blanco es acaparador, ávido.
Lo negro conserva ancestrales costumbres que se alimentan de tabúes, de manías que desprende un indisoluble hálito rancio, hiede a inamovible, irrenunciable por muy perjudicial que sea.
Es una hermosa novela, bellamente narrada, tiernamente humana y con un final apoteósico, por inesperado y sorpresivo. Todo tiene una límite. La belleza, muchas veces, en una maldición y no una bendición.

 

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