Breve, muy breve. Pero la brevedad es la justa. Alagarla sería banal e inútil. Acortarla resulta casi imposible. No necesita nada más para cumplir con el objetivo de transmitir aquello que se quiere contar, excitar aquellos sentimientos que se quiere atizar, agitar y remover.
Un pueblo que ha sido despojado de toda presencia masculina a causa de la siempre absurda guerra anhela los suspiros femeninos por el hombre. Todas ellas llegan a un pacto que ha de cumplirse rigurosamente, irremisiblemente.
El recién llegado está dispuesto a asumir el reto (¡Menudo reto!) y cumplir con rigurosidad su parte que expresa con enorme hermosura: asumo el trabajo pero el amor lo guardo para nosotros dos.
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