Una buena aventura aderezada de una antropología enriquecedora sobre las costumbres, ámbitos, ética y moral de un pueblo desconocido, sus costumbres y leyes no escritas pero si respetadas con candoroso y deferente celo por sus oriundos, perfectamente encuadrados en clanes, tribus, familias, estatus bastante inamovibles y rígidos y que Vázquez Figueroa nos describe, pinta y dibuja con notabilidad.
Es una novela que entretiene, cultiva, nos hace sentir vivencias que nos son completamente ajenas y desconocidas y lima en gran parte esa aspereza que nos recubre demasiado frecuentemente cuando consideramos que nuestras costumbres, leyes, éticas y morales: siempre están muy por encima de las de cualquier otro pueblo o raza. No; no somos los únicos que tenemos arraigos imperturbables en este mundo. Coexisten muchas verdades coetáneas, y la nuestra no siempre es la mejor y mucho menos la única.
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