Hacía tiempo que una lectura no me envolvía de este modo en su atmósfera de realismo mágico. Esta lo ha logrado. Tras su muerte, como ocurre con tanta frecuencia, se despertaron en mi la ganas de leer a Luis Sepúlveda y este ha sido, creo que acertadamente, la obra elegida para introducirme en su literatura.
Me ha dejado un magnífico regusto difícil de diluir y desvanecer, y por lo tanto fácil de retener y seguir disfrutado de las hermosas sensaciones desveladas conforme pasas las páginas.
Es una novela naturista, que nos acerca a la cada vez más alejada simbiosis entre lo humano y nuestro entorno, cada vez más y más intervenido por el hombre, en su actuación más deplorable, acaparadora, cicatera y en cuyo horizonte solo se vislumbran beneficios económicos que satisfagan irreprimibles codicias sin importar los efectos colaterales - ¿ah, pero eso existe? -.
Nuestro protagonista quiere deambular por ese mundo viviendo y dejando vivir, su único anhelo ser feliz a su modo, alejándose de la estupidez y avidez del hombre. La felicidad se la proporciona sus novelas de amor y...