Me fascina como Zweig dibuja sus personajes, perfila sus personalidades y describe minuciosamente sus interiores, sus pensamientos, sus sentimientos. Esta novela, aunque corta, no deja de cumplir esas características tan inherente al autor austriaco, que le confiere un estilo tan peculiar, prosaico y hermoso. Dos hombres de orígenes bien distintos, se enfrentan en una partida de ajedrez, sus peculiaridades son diversas, sus andares que le han llevado a ese enfrentamiento tan variopinto, sin embargo, ahí están en medio de un océano, que bien podría ser un desierto, un páramo , una pradera estallando en matices verdosos y frescos. El lugar es lo de menos, pesan los sentimientos, las circunstancias que han marcado y acentuado los caminos hasta llegar ahí determinando la acción.
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