Casualmente ha coincidido con una de esas oleadas de seres humanos que huyen del hambre, de la guerra, de la miseria a las que están sometidos por la desidia, dejadez, inutilidad y sobre todo la codicia de sus respectivos mandatarios. No es el lugar para entrar a analizar el por qué, el cómo ni el cuando de esta crisis que afecta a España en este preciso momento, pero en resumida cuenta, mi análisis coincide con la opinión que Camilleri viene a denunciar en esta novela. La avidez y codicia, repito, que cierto seres, (a punto he estado de decir humanos) execrables alimentan a la hora de tratar al resto de la humanidad.
Camilleri lo trata de un modo humano, como no podría ser de otra manera, dibuja como actúan esas mafias perfectamente orquestadas, el tráfico de seres humanos, que buscan en las costas italianas el acceso a todas esas promesas, antes de quedar definitivamente defraudados.
Y Montalbano, siempre desde la sombra de la discreción, rozando el anonimato, resolverá una vez más un caso difícil, complejo y enrevesado.
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