Con una bella y poética narrativa autobiográfica la autora nos va introduciendo en ese hermoso mundo de la poesía. Nos cuenta su relación con los libros en general, con la poesía en particular desde su más tierna infancia, que se desarrolla en un ambiente culto -su padre es médico y su madre filósofa- ambos amantes de los libros y la literatura. Paulatinamente nos vamos enamorando de los versos, de las estrofas, de los poemas, si que no lo estábamos ya de antemano. Aunque, he de confesar que lo que me indujo a su lectura fue ese afán de no perder ni un ápice del disfrute de la lectura de poemas, de los cuales acabo, en demasiadas ocasiones, con la frustrante sensación de haber dejado pasar involuntariamente deleites, embelesos y encantamientos que mi imaginación no ha sabido captar y entender, pero que formaban parte inherente a la esencia del poema. sólidamente configurando su estructura y sostén, omitidas y silenciadas por mi torpeza que me ha alejado de los sentimientos expresados, arrancado desde las entrañas, surgidos de las vísceras del poeta y que mi mente no ha sabido retener ni percibir. Espero que con esta lectura, y creo haberlo logrado, al menos la autora ha sabido transmitirme esa experiencia vital que tanto he añorado en anteriores ocasiones.
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