Como dos gotas de agua en lo físico, como el agua y el aceite en carácter. Una un puro cumulo de virtudes, la moral íntegra, dedicada con devoción a los demás, rebozando altruismo por cada uno de sus poros la una. Mientras la otra, de moral mucho más distraída y altanera (como a más de uno nos gusta) vive con devoción hacia un hedonismo desenfrenado, dedicada a someterse a todas las demandas placenteras que emana de un cuerpo joven, bello, hermoso. Satisface sin pudor todos y cada uno de sus caprichos. ¿Cómo no entregarse a los mundanos placeres que nos ofrece la vida en su cortedad. Existe una lucha encarnada entre ambas. Una de las dos ha de vencer. ¿Cuál?
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