Me ha sorprendido muy gratamente. A veces coincido con una gran mayoría y me dejo llevar. Me ha atrapado su lectura ágil, ligera, que como un cuadro hecho con la técnica de impasto; de cerca sólo distingues trazas de espátulas, máculas de óleo que apenas dicen nada, que carecen de sentido cuando se les aísla, pero conforme te alejas de ellos, lo contemplas desde otra perspectiva, desde un todo y se van configurando los contornos, perfilándose en su totalidad un paisaje, una marina, un retrato. Cada marca dejada por la espátula embadurnadas de palabras, van configurando un texto que te permite deslizarte sobre las páginas con rapidez, con intriga, el vilo siempre latente. Me he tomado la licencia de prescindir de la parte más cercana a la ciencia ficción, sacudiendo la parte del polvo que el camino va dejando en tu ropa.
Ahora restan otras partes, pero este libro tiene un principio y un final, no te deja ese sabor malicioso de muchos escritores que te invitan a seguir leyendo sus trilogías para despejar dudas. El libro es autosuficiente.
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