Me gusta Modiano. Me gusta, me encanta la ciudad: París (en cuya cercanía anida parte de mi infancia hasta la adolescencia) por la que pasean, viven, quieren y respiran sus personajes. Pero la novela me ha dejado el encefalograma plano, sin apenas movimientos destacables, dignos de reseñar. Es un ambiente plomizo, por color y densidad, el que se desprende de su lectura.
El personaje principal, escritor, alter ego del propio Modiano, va conociendo faceta a cuenta gotas de su amante. Solo eso mantiene la intriga hasta el final.
La verdad es que esperaba algo más, tal vez, demasiada expectativa por mi parte.
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