Hermosa antología de un poeta inédito para mí. Su muerte reciente me indujo a conocerlo, a descubrir su palabra, su verbo. Es bella su poesía, siempre teñida de la precariedad del tiempo, que pasa dejando huellas pero con pavorosa rapidez. El amor siempre tiene fecha de caducidad, lo prometido eterno tiene contada su duración. Nunca, o casi nunca, repite amor, salvo una vez que describe con estas bellas palabras "Ese cuerpo ya gozado". Pero esa efimeridad no resta ni un ápice de pasión, de efusividad. Ningún amor, por corto que sea parece pasar sin dejar huella. Todo amor deja su cicatriz en nuestra mente. Los cuerpos gozados, por decirlos con sus palabras, son del mismo sexo, de su mismo sexo, pero en nada se destaca este hecho en sus versos. Es normal, es habitual, es natural. El amor se comparte con otra persona, se disfruta en otro ser, todo lo demás son banalidades sociales, impuesta por una cultura que no siempre tiene en cuenta la anhelada felicidad que cada cual busca, sino que se reviste de hipocresía, de una falsa normalidad, no siempre acorde a nuestro sentimientos más profundo.
También le inquieta la muerte, ese irremisible final que a todos aguarda.
Sí, esa poesía gozada, es digna de ser leída, de ser disfrutada.
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