Su lejano recuerdo permanece brumoso en mi mente, sin embargo, su evocación está presente como si no hubiese transcurrido más de cincuenta años. Son aún tangibles sus ojos felinos humedecidos de tristeza cuando me miraron por última vez, postrada en la bandeja trasera de aquel coche que la alejaba de nuestras vidas. ¿Habrás sido capaz de ser feliz sin nosotros? Espero que si. Seguro que supiste ofrecer todo tu gatuno amor a quienes te acogieron. ¡Cuánto dolor me causó aquella inevitable despedida que tu nunca comprendiste, cuánto tiempo tardó en cicatrizar!
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Una herida que nunca acabará de cicatrizar. Me ha pasado con todos los animales con los que he compartido mi vida.
ResponderEliminarTe entiendo. Hace poco yo perdí a mi cabrón amaestrado.
ResponderEliminarPues lo siento. Yo los añoro tanto como a las personas que han compartido mi vida.
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